Disponemos del orbe pero no de su concepto. (Leopoldo María Panero, Outsider, un arte interno, p.18)
Un mapa es la interpretación humana de un misterio natural. Es voluntad de conocer, traducir y ordenar para finalmente adquirir CONTROL.
El mundo sobre un papel se convierte en un símbolo amable y plano que podemos doblar y guardar en el bolsillo. Podemos incluso olvidarnos de que existe por sí mismo y verlo para siempre cifrado, acotado bajo las unidades humanas de medida.
Opicinus de Canistris Mapa del Mundo, SXIV
Opicinus de Canistris (1296-1350) original de Pavia, desempeñó un cargo eclesiástico en la corte papal de Avignon. Allí tuvo problemas con la justicia pues fue acusado de delito simoníaco (tráfico con objetos espirituales). Se cree que era esquizofrénico. Por su puesto, esta enfermedad no estaba identificada como tal en la Edad Media y él se refería a lo que le ocurría como “la enfermedad de la mano sola” lo que parece aludir a esa sensación de extrañamiento ante lo que surge de uno mismo. Sus mapas son interpretaciones antropocéntricas de la geografía fisica. Así, en la imagen superior Europa es un rey que mira a su reina, el Norte de África.
Hay mapas para ordenar el mundo y mapas que se ocupan de la propia psique o de la trayectoria vital del autor. Zdenek Kosek (1949) corresponde al primer grupo. A él lo que le preocupa es la climatología, es de hecho, apodado “El meteorólogo”. Kosek comparte con Opicinus su vocación de demiurgo. Desde que sufre una profunda fractura psíquica en 1985 pasa sus días creando el tiempo sentado frente a la ventana de su apartamento. Anota todo lo que ocurre, hasta el más mínimo detalle: el vuelo de los pájaros, las nubes, los vientos, los sonidos en que se adivinan tormentas…. Su cerebro es un radar que crea y controla el tiempo.
Zdenek Kosek (3 obras) , Sin título, n.d. Tinta china, rotulador y lápices de colores. Fuente: www.abcd-artbrut.org
«… Estaba en la galaxia regentando el universo. Tenía la impresión de tener la cabeza abajo y las piernas en el aire, de estar al revés. Me sentía girar, como en un tiovivo. Volaba como las aves. Anotaba todo lo que pasaba debajo de mí. Era no sólo el dueño del tiempo sino también de la política. Yo nombré a Vaclav Havel director de la república. Me consideraba inmortal. Cuando hacía todos estos dibujos, mi cabeza era como un remolino, un abanico. Era el dueño del mundo, y tenía la enorme responsabilidad de resolver todos los problemas de la humanidad. ¿Quién lo haría si no? » –Zdenek Kosek