Siempre he sentido una inclinación natural a relacionar cosas, a buscar los hilos que nos conectan. No sé si a veces los encuentro o si me los invento pero lo bueno es que esto me une a otras personas que como yo, experimentan pequeños éxtasis cada vez que algo se vincula.
Estos días, escuchando mi adorado podcast de El Libro Rojo conocí al meteorólogo José Manuel Viñas hablar de lo que han hecho las personas a lo largo de los siglos para intentar influir sobre el tiempo y lo conecté con el trabajo de uno de mis artistas Brut favoritos, el checo Zdeněk Košek, apodado «El meterorólogo» .
El proyecto de divulgación metereológica de José Miguel Viñas se llama Divulgameteo y en él habla, entre otras cosas, de curiosidades como los esconjuraderos, unas construcciones pétreas de planta cuadrada muy frecuentes en los Pirineos y que cuentan con cuatro puertas, una para cada punto cardinal. Los curas locales celebraban ceremonias en ellos para evitar las lluvias o las sequías, según lo que interesara en el momento.
También me cautivaron las piedras de rayo, de las que se pensaba que aportaban protección ante las inclemencias a quienes las encontraban. Estas piedras llamaban la atención porque tenían un aspecto muy diferente a las del resto del entorno, por lo que creyeron que eran las puntas de los rayos que quedaban clavadas en la tierra y emergían a la superficie cada 7 años – número mágico por excelencia– para ofrecerse como talismán a los afortunados, que solían insertarlas entre las fisuras de los muros de sus casas.
Desde siempre, el ser humano ha deseado controlar el tiempo y muchas de estas creencias siguen vigentes hoy en día. Sin ir más lejos, aún hay mozas que llevan huevos a las monjas clarisas para pedirle a Santa Clara que no llueva el día de su boda. Otro ejemplo, en este caso de adivinación metereológica, es el del famoso Día de la Marmota que tiene lugar el 2 de febrero en Pensilvania. En este evento se observa a una marmota salir de su madriguera y si al hacerlo «ve su sombra» será un largo invierno, si por el contrario no lo hace, éste terminará pronto.
Todo esto me ha llevado a pensar en los dibujos del artista brut checo Zdeněk Košek, quien sentía la misión de modular y controlar el tiempo atmosférico. Sentado en la ventana de su apartamento rellenaba hojas y hojas con frenéticas anotaciones relacionadas con los fenómenos metereológicos y otros sucesos celestes, como el paso de una bandada de aves. El resultado de esta toma de datos son unos complejos sistemas diagramáticos indescifrables para cualquiera que no sea su autor
Košek sentía que todo estaba relacionado y por ejemplo, acumulaba botellas de plástico en su domicilio por miedo a desencadenar un desastre climático al tirarlas. Puede resultar extravagante pero bien mirado, podría entenderse como una intuición muy particular de lo que conocemos como efecto mariposa o al menos da cuenta de la conciencia del artista de vivir en un sistema dinámico ¿Cabe reflexionar sobre porqué nos resulta esto más disparatado que la tradición de ofrecer huevos a Santa Clara?