Buey (1910-?) ingresó en 1944 en un sanatorio para enfermos mentales a la edad de 34 años. Durante el período de guerra se autolesionó pegándose un tiro en la mano para ser retirado. Su enfermedad se inició tras el fallecimiento de su madre, momento en que su familia empezó a observar comportamientos extraños, molestaba a las chicas del pueblo, tenía insomnio y abundantes alucinaciones auditivas.
En el sanatorio, Buey produce multitud de escritos combinados con dibujos en los que da cuenta de sus delirios persecutorios, su sensación de infortunio inmerecido y su sentimiento de amenaza. Al igual que en el modelo de Sartre, el otro es un perseguidor cuya mirada es comparada a una hemorragia por el daño que produce en el ser-para-sí. Como suele ser habitual en el delirio persecutorio “los malos” rara vez se comunican directamente con el perseguido, que se ve obligado a revisar de continuo las causas de su infortunio, tan pronto se trata de Franco, como de los aviadores o de una cuestión internacional. El caso es que Buey siente que entre otras cosas no consigue casarse con ninguna chica a pesar del amor que éstas le profesan.
“Pensé que Franco quería que fuese a Madrid. Todo el cielo está lleno de aviadores. A veces me obligan a hacer instrucción y otras cosas, por ejemplo, aburrir el tabaco. Empecé a sentir dolores en los testículos, como si ellos me los apretasen. Sentía también como las chicas del pueblo se enamoraban de mí. Lo notaba especialmente en la Mirada. Después, cuando hablaba con las familias resultaba que no querían casarse.”
Lamentablemente su producción se ha perdido y sólo quedan algunos registros recogidos en publicaciones psiquiátricas.