El pasado 21 de noviembre falleció en Barcelona l’Eusebi, un personaje entrañable del barrio de Gracia que se dedicaba a hacer retratos de la gente que encontraba por el barrio.
El arte le salvó del suicidio y, según cuenta, le trajo la felicidad. Su tragedia nos suena de lo más familiar: después de trabajar 14 horas al día de contable vivió como algo dramático encontrarse con que no tenía nada que hacer.
«Cuando me jubilaron me quería suicidar pero una voz gloriosa me dijo: ¡No hombre, no! Tienes alma de artista, vuélcate en eso y ya verás que serás feliz…
Y así ha sido, y hasta que me muera seguiré haciéndolo.»
L’Eusebi fue entre otras cosas una víctima y un superviviente de la tiránica sociedad en la que vivimos, que explota nuestra fuerza de trabajo desproveyéndonos de nosotros mismos.
Era una persona afable e inteligente que tenía una visión de la reencarnación original. Decía que la muerte era un «traspaso» y que él quizás se transformaría en un bar lleno de gente. Espero que así haya sido.