De niña aprendí a ‘mirar por la ventana’ a través de los libros,
a observarlos también cerrados, como objetos palpitantes.
A menudo olvidaba las historias, siempre los datos, pero me quedaba una impresión, un color dominante y algunas imágenes que se volvieron propias.

Noches de invierno es un libro intervenido que nunca leí y que transformé ignorando las palabras, como haría el mar con la biblioteca de un naufragio, creando y destruyendo, dejando
que la vida se expresara, libre e implacable.