(…) cada uno de nosotros a lo largo de una vida inventa su propio bestiario (…), un repertorio de signos zoológicos propio. Todos estamos obligados a ello porque nacemos incluidos en una constelación de signos y nuestra vida consistirá en la alteración o la permanencia, el crecimiento o la mengua, de esos signos heredados que puden ser una fortuna o una condena según sepamos descifrarlos.
Félix de Azúa, Autobiografía sin vida (Mondadori).