Temida o adorada, la serpiente ha acompañado a mujeres y hombres como un símbolo recurrente a lo largo de la historia. Sola o en pareja, enroscada en espiral, ascendiendo, descendiendo, bicéfala, alada o transmutada en mítico dragón, la serpiente está presente en las cosmologías y ritos de iniciación de muchas culturas.
En los lugares donde se venera a la naturaleza, se venera también a la serpiente, mientras que las religiones del “espíritu” expresan su supremacía a través del sometimiento de un ofidio. Matar a la serpiente ha significado en la mitología griega y de Oriente Próximo someter a la oscura madre tierra a favor del luminoso padre cielo. Sin embargo, un análisis cuidadoso de estos relatos revela que el poder de la Tierra encarnado en la serpiente no puede ser aniquilado por completo, sino que pervive de forma latente en el nuevo orden surgido tras la contienda.
Siendo el Art Brut una cantera de imágenes del inconsciente y fiel reflejo de los movimientos sutiles de la psique que pugnan por salir, me parece interesante observar si lo serpentino se manifiesta en este territorio y si es así cómo lo hace ¿Se representa literalmente a las serpientes? ¿Se asimilan sus movimientos, su forma de escuchar, sus atributos, su simbología? ¿Se da en el arte de hombres y mujeres por igual?
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