Friedrich Schröder-Sonnenstern (Lituania, 1892-1982) vivió una juventud conflictiva que transcurrió entre reformatorios y asilos y que fue forjando en su personalidad el odio que siempre sintió por cualquier figura que representara la autoridad. Más tarde fue declarado enfermo mental y alternó todo tipo de trabajos con períodos de internamiento en psiquiátricos y prisiones. Durante una temporada fue curandero y obtuvo bastante dinero como vidente. Sin embargo, todo lo que recaudó lo donó a los pobres.
Empezó a dibujar durante una estancia en la cárcel en 1949, animado por un artista. Su imaginario bizarro y sádico causó interés en los ambientes artísticos de Berlín y fue apoyado entre otros por Hans Bellmer. A partir de 1959, con 62 años, comenzó a ganarse la vida con su obra.
Suele trabajar con lápices de color sobre veladuras suaves para conseguir profundidad. No es de extrañar que despertara la admiración de Hans Bellmer ya que ambos artistas comparten esa atracción por los cuerpos que mutan hacia lo monstruoso, explorando lo perverso que brota de interrumpir el devenir de las formas redondeadas. En el caso de Schröder-Sonnenstern, al fusionarlas con animales, creando anatomías híbridas que flotan en espacios lavados.
El turbador universo de Friedrich Schröder-Sonnenstern ha pasado a formar parte de la historia del arte como uno de los más interesantes del arte outsider y como un epígono del surrealismo.