Strindberg pensaba que las lentes tergiversaban la realidad, tanto las empleadas en técnicas fotográficas como la lente orgánica del ojo humano.
Deseaba fotografiar el cosmos tal y como es realmente. Para ello, preparó láminas con una emulsión fotosensible y las expuso a cielo abierto por la noche.
El resultado es fruto de la reacción de los químicos con las partículas del ambiente, pero es fácil proyectar en sus formas constelaciones de estrellas. A pesar de todo, no consiguió que sus fotografías fueran tomadas en serio por la comunidad científica.
Strindberg es conocido sobre todo como dramaturgo. Pero también escribió Inferno, una novela autobiográfica en la que nos revela sus paranoias y sus extraños pensamientos. Creía que las escamas plateadas de los peces estaban emulsionadas con material fotosensible y que las manchas en el lomo de las caballas son fotografías de las olas desde abajo.
Sus fotografías y pinturas, realizadas a finales del siglo XIX parecen preconizar los automatismos de las vanguardias. Él partía de lo que llamaba “el deseo de la naturaleza por tomar forma” y jugaba a crear en paralelo con el azar. A menudo creía encontrar mensajes por todas partes en donde la naturaleza le revelaba procedimientos alquímicos.
En la revista de curiosidades Cabinet, se puede encontrar un artículo del propio Strindberg sobre el azar.