Primitivo pero moderno es el nombre de la exposición que recoge el resultado de seis meses de trabajo en torno al retrato a carboncillo. Las personas que han participado se encuentran temporalmente alojadas en Chindasvinto 78, una casa de acogida para gente sin hogar.
Es un privilegio poder ver estos dibujos en contexto. Sobre la cama de la persona que los realizó, colgados en las paredes del comedor, en los pasillos o en el breve gimnasio y por supuesto, poder hablar con la gente que los hizo. Conocer un poco cómo es su vida y lo que les ha aportado la experiencia del taller.
La exposición se reparte por las tres plantas de la vivienda, que da alojamiento a seis personas. En el sótano tenemos lo que Jaime Vallaure, autor del proyecto, denomina «el horno». Aquí están las piezas más experimentales, correspondientes a los inicios. Según ascendemos por las escaleras hasta la primera y segunda planta asistimos a un proceso de depuración de las técnicas aprendidas. Así, las obras de la última planta son las más «sofisticadas».
El objetivo de los talleres es explorar al máximo las posibilidades del tema (autorretrato) para tratar de romper ideas preconcebidas de lo que es una cara. Muchos de los dibujos son obras conjuntas realizadas entre tres personas, lo que da lugar a visiones ricas e inesperadas del retrato. También se recurre a juegos como meter la cabeza en una caja de cartón y pintar sobre ella el rostro para luego dibujar el resultado. Se propone partir de números: el clásico «seis y cuatro la cara de tu retrato»; o se recortan los elementos del rostro para mezclarlos nuevamente mediante collage.
El carboncillo es la técnica ideal para esto, por su inmediatez y dificultad. Se utiliza a menudo tumbado, para huir del control de la punta, se emborrona, se borra y difumina. Se redefine algo si es necesario después. O se deja como está, en una sugerencia más elocuente que un retrato definido.
En el fondo es un fructífero encuentro entre las ganas de aprender a dibujar y las ganas de desaprender de alguien que busca recuperar la frescura de «no-saber». Cerramos con unas palabras de Jaime Vallaure sobre el proyecto.
Crear no es comunicar, es resistir
G. DeleuzePrimitivo pero Moderno es un proyecto de investigación creativa sobre el retrato y el autorretrato al carboncillo entendido éste como herramienta conceptual de conocimiento personal y de exploración formal.
Se trata de un taller de trabajo experimental con personas que habitan temporalmente una casa de acogida para gente sin hogar. Se trata de poner en práctica estrategias eficaces de autoría colectiva. Se trata de intentar poner a prueba el concepto de modernidad mediante la utilización de técnicas tradicionales de dibujo entendido éste como herramienta conceptual primaria. Se trata de entender lo dibujado como una confrontación, un accidente entre la imagen mental previa, las órdenes cerebrales emitidas a los dedos, fuera o dentro del control, y lo que el ojo ve o cree que ve. Se trata de trabajar con un telescopio y un microscopio en cada mano. Se trata de establecer un puente transitable entre una mano educada en un sistema cultural dominante y otra mano movida por la sinrazón. Se trata de trabajar con lo quemado, lo negro absoluto, para generar luz sin incendiarse. Se trata de cuestionar el juicio de lo hecho y el prejuicio de lo por hacer.
Se trata de codearse con la utopía intentando buscar nuevas maneras de hacer visible lo real del mundo plantando la tienda de campaña entre el ser y la apariencia. Se trata fundamentalmente de defender una posición frente a la inmensidad de lo existente para revindicar una atención humilde, silenciosa y sin prejuicios.
Creador del proyecto: Jaime Vallaure
Autores de los dibujos: Manuel Vanegas, Hugo Reyes, Fernando Eguía, José Valero, Filomeno Augusto Dias y Fernando Ventura.
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Fuentes de las imágenes: Fotografías de Jaime Vallaure y Graciela García.