La exposición de James Castle en el Museo Reina Sofía de Madrid se llama Mostrar y Almacenar y puede visitarse hasta el 5 de septiembre de 2011
En ella se puede disfrutar de la mirada ensimismada de este artista sobre todo lo que le rodeaba. La exposición se articula en torno a varios hitos o grupos de investigación plástica. Uno de estos grupos serían los paisajes e interiores dibujados con carbón y saliva en todo tipo de soportes, principalmente cajas de cartón aplanadas. En ellos se aprecia una búsqueda formal que se resuelve en un intento de agotar el tema desde distintos ángulos, así como un interés particular por determinados objetos y «sistemas». Por momentos se obsesiona con pequeños vehículos, como carricoches y carretillas. Luego se ensimisma con los dinteles de las puertas o con algún motivo decorativo que descubre y permuta en composiciones más sintéticas y abstractas.
Otro de los grupos lo componen los objetos: personajes, cestas, pájaros y sobre todo trajes que James Castle genera con superposición de cartones pintados y cosidos. Luego ubicaba sus obras en la casa o en graneros vacíos para que pudieran contemplarlos sus familiares, terminando el proceso con un dibujo del espacio expositivo.
También llaman la atención las libretas y los experimentos que hacía con el sistema lingüístico, al que dedica de nuevo, una mirada ensimismada percisamente por acceder a él desde sus circunstancias especiales: era sordo y analfabeto. Parecen gustarle los calendarios que permiten de un solo vistazo contemplar la distribución de los días agrupados en meses. James Castle juega con ello y reproduce intuitivamente las casillas, que rellena con diferentes motivos en lugar de números, como si captara de ellos la esencia o sencillamente decidiera representar sólo esa parte sistémica que le fascinaba.
Aunque quizás lo mejor de toda la exposición sean las cajitas en las que guardaba todo, coloridos hatillos de papel y tela que construía el mismo para tener su obra bien almacenada.