Vollis Simpson “Molinillos gigantes”. Fuente: MAIZELS, John (1996) Raw Creation. Outsider Art and beyond. Hong Kong, Phaidon
Tressa Prisbey, comenzó a construir a los 60 años el que sería llamado Bottle Village. Todo empezó por la necesidad de levantar un lugar para guardar su colección de 17000 lápices. Pensó que una manera económica de hacerlo podría ser servirse de botellas amalgamadas con cemento. Debió encontrar la experiencia muy gratificante pues dedicó los veinte años siguientes a la construcción de otras trece casas de botellas, dos pozos de los deseos, una fuente, varias plantaciones, dos altares y un paseo de mosaicos. Los únicos materiales que compró fueron cemento, arena, papel de pared y vigas de madera. El resto lo tomó del vertedero local.
Tressa se casó a los 15 años con un hombre de 52 que ya tenía siete hijos. Le dejó, quedándose a cargo de los niños, seis de los cuales murieron. En su obra hay abundantes referencias a la maternidad y también invocaciones de magia simpática (pozos de los deseos, amuletos…). De lo que más orgullosa estaba La señora Prisbey era de su capacidad para generar algo de la nada.
“Cualquiera puede realizar cualquier cosa con un millón de dólares. Fíjate en Disney. Pero hace falta algo más que dinero para crear algo de la nada, y mira lo bien que me lo he pasado haciéndolo.”
Tressa Prisbey
Otra demostración de vitalidad e imaginación: Vollis Simpson, que era fabricante de maquinaria para transportar casas. En su jubilación aplica sus conocimientos en la construcción de unos molinillos de diez metros de altura a partir de carrocería y otros desechos de vehículos. En Alcolea del Pinar, Guadalajara, tenemos el ejemplo de Máximo Rojo. A los 67 años comienza a transformar su jardín en un museo que llamará “El Jardín Escultórico”
Tressa Prisbey “Bottle Village”. Fuente: SCHUBERT, Marcus (1991) Outsider art II: Visionary environments. Kyoto, Art Random 75