Es un sábado cualquiera de por ejemplo, 2006. Inauguran una exposición en L’Enrajolada. No importa de qué sea, entre los asistentes encontraremos, infaltable, la figura de una pequeña mujer.
Su pelo canoso rematado en un flequillo enmarca un rostro pálido de ojos achinados bajo rectas cejas de lápiz negro. Siempre va coqueta, con los labios pintados de carmín y vestida con ropa que ella misma confecciona o retoca. ¡Verde con rojo! ¡Amarillo y blanco! ¡Estampados de flores! Cada conjunto realzado con un extravagante collar largo.
A veces habla con los trabajadores del museo. Ellos están acostumbrados a verla y a escucharla. A Neus le gusta presumir de tener un museo propio en su apartamento pero muy pocos han tenido la oportunidad de verlo. La Neus, que quiere y no quiere mostrarse, a quien le resulta quizás más fácil compartir lo que escribe.Sus poesías, que presenta a concursos locales, son cantos manieristas que le procuran, a veces, pequeños reconocimientos.
El sufrimiento está presente en muchos de sus escritos biográficos. Neus Sala sufrió mucho a lo largo de su vida, entre otras cosas la guerra, la muerte de cinco seres queridos incluido su hijo en extrañas circunstancias y varios atropellos que la llevaron a someterse a frecuentes operaciones de las manos y los pies. Sus diarios traslucen también un fuerte deseo de relevancia personal. Neus fue una mujer muy activa y apasionada por todo lo que tuviera que ver con la música y el baile. Además, Neus escribía, pintaba, bordaba y cuidaba centenares de plantas.
Pero lo más interesante es lo que se cocinaba lenta e implacablemente entre las paredes de su hogar. No sabemos cómo ni cuándo comenzó la transformación. Fue quizás por la pared del recibidor, que cubrió de billetes de lotería almacenados durante años. Algo debió gustarle en el resultado o en el proceso porque los muros del apartamento terminaron forrados con elementos seriados de todo tipo: recordatorios de comunión, mapas, sellos, postales de Reyes Magos… Cada tramo parece merecer un tema o tratamiento. Neus deja pocos espacios en blanco. Como la mayoría de creadores autodidactas que se guían por la compulsión, parece buscar anegar el vacío.
Fotografías de Josep Socorret
A partir de cierto momento decide también no tirar ningún envase de plástico porque cualquier vulgar bote puede ser pintado y transformado en un voluptuoso jarrón. Hablamos de cientos de botes a los que se les concede una segunda oportunidad, más gloriosa y noble, que transciende su funcional y perecedero destino. Neus les da vida y los encumbra en estanterías por toda la casa. En estas creaciones es donde mejor se aprecia el imaginario de Neus, donde lo femenino y la naturaleza explotan con exuberancia.
Su universo pictórico tiene puntos de encuentro con el de Aloïse Corbaz, la conocida artista outsider austriaca. La omnipresencia de la mujer joven idealizada, la sensualidad, la gloria, los colores vibrantes, en particular el rojo, los ojos, las bocas, las flores… Ambas hubieran querido ser cantantes de renombre pero su sueño se vio frustrado y se entregaron a la recreación de lo fastuoso en su obra íntima, que vuela donde ellas no pudieron llegar. Una obra en la que estallan incontrolables los deseos. Inundando, en el caso de Neus, cada rincón del hogar. A veces tomando la forma de una pulsión coleccionista como si acumulando y ordenando objetos pudiera uno apropiarse del mundo, cuyas injustas e imprevisibles leyes escapan de nuestro control.
Las caras de mujer y las flores emergen por todas partes, no solo en los envases, también en los cojines, los muebles pintados… Hasta una bombilla puede ser transformada en una carita de mujer joven, hermosa, sin defectos ni peculiaridades. Siempre la misma. Su principal atención se centra en los ojos y las bocas, que a menudo se representan sueltos, como seres independientes. Los ojos y las bocas son al fin y al cabo los principales intermediarios del rostro. Cuando los cerramos estamos con nosotros mismos. Cuando los abrimos comienzan las alegrías y los problemas (el contacto con los otros).
La boca representa lo sensual, la comunicación, la oralidad, el deseo… y no olvidemos que la boca es la última parte del cuerpo que atraviesa el canto. El canto arrebatado de Neus, que hubiera querido dedicarse a cantar y bailar pero a quien la vida llevó por otro lado. Es la boca la que pide atención y la que entrega besos, la que encandila y da las gracias tras una espléndida actuación. También es una estructura sensorial: un bebé se lleva continuamente cosas a la boca para saber qué son. Encarna el sentido de diferencia entre lo que está dentro y lo que está fuera, es una puerta.
Puertas. La exposición abre una puerta al espacio íntimo de Neus. Ese espacio que, como decíamos, tanto deseaba mostrar y que también celó. En uno de sus dibujos aparece una mujer semi-oculta tras su mano de la que vemos sólo un ojo ¿está escondiéndose? ¿vigilando?
Hoy su obra está a punto de exponerse en el Muxart, uno de los museos de Martorell y nos gusta pensar en cómo ella habría disfrutado de verse al fin reconocida como artista. Ver que su museo íntimo funciona al fin como tal, que merece atención, estudio, cariño y admiración. La inauguración tendrá lugar el 23 de noviembre de 2017. Pronto daremos a conocer más detalles sobre la exposición.
La belleza de este proyecto reside en abrir la puerta a uno de esos universos que pueden estar sucediendo en cualquier casa, en cualquier apartamento, sin que nos demos cuenta. Que un día como si nada comienzan, y empiezan a extenderse por toda la casa, tomando posesión de paredes, muebles, techos… y que un día, como si nunca hubiesen existido, mueren acompañando la existencia de su devoto fabricante. Sencillamente dejan de existir y con ellos un colosal y privado arte, rico en imaginario y evocaciones personales.